Una reciente publicación en los medios en los últimos días “Me siento apartado por los bancos” de un señor de 78 años recogiendo firmas en Change.org/SoyMayorNoIdiota, por cierto en estos momentos lleva recogidas casi 350 mil firmas, vuelve a recordarnos, como sociedad, no solo como sector financiero, la vulnerabilidad financiera de las personas mayores. La alfabetización financiera y digital son asignaturas pendientes con este colectivo, además de la disposición de cajeros y del trato personalizado. Las políticas públicas, las familias y, también, el sector financiero han de colaborar para reducir la vulnerabilidad financiera de los 65+.
Asegurar la inclusión financiera es fundamental para que este grupo de población, 65+
El bienestar financiero ha sido identificado como uno de los predictores principales del bienestar general. Asegurar la inclusión financiera es fundamental para que este grupo de población, 65+ (2019 % de población 65+: España 19,3%, Portugal 21,8%. 2050, España 31,5%, Portugal 33,7%. Fuente: OCDE, Imserso y España 2050) reduzca los efectos del deterioro cognitivo y físico, de su aislamiento social, de la baja alfabetización financiera, de la falta de habilidades digitales, de la dificultad para acceder al asesoramiento financiero, etc. (GPFI and OECD, 2019). Este colectivo tiene menos confianza en su capacidad para tomar decisiones financieras técnicas que puedan requerir de la memoria, de la capacidad numérica y la capacidad cognitiva fluida. Existen iniciativas en nuestro país, necesarias, pero no suficientes, de educación financiera y alfabetización digital para este segmento de la población. A partir de los 60 años, la educación financiera disminuye en un punto porcentual por año y es relevante hacia los 75 (Financial Capability in the UK, 2015). Este colectivo tiene menos probabilidad de obtener reembolsos de tarjetas de crédito, es más probable que pague tipos de interés más altos que los adultos de mediana edad en sus préstamos, comisiones de gestión e hipotecas. También son menos sensibles a las pérdidas financieras futuras y al fraude (Lachs and Han, 2015), estando relacionada la menor disposición de activos con una menor capacidad cognitiva (Mitchell, Hadmmon and Utkus, 2017). Un caso crítico surge cuando deben administrar sus ahorros por primera vez tras la muerte o discapacidad de su pareja. (Belbase and Sanzenbacher, 2017).
Las comparaciones entre la educación financiera real y la autoevaluación de la educación financiera revelan que existen altos porcentajes de exceso de confianza, también en los 65+
Mantener las emociones positivas se vuelve más relevante con la edad, las comparaciones entre la educación financiera real y la autoevaluación de la educación financiera revelan que existen altos porcentajes de exceso de confianza y que la confianza en la capacidad de tomar decisiones financieras no disminuye con la edad, (Finke, Howe and Huston, 2016). produciéndose además una evitación en la planificación y toma de decisiones financieras. Las razones por las que las personas mayores tienen más dificultades para acceder al asesoramiento financiero pueden deberse a la falta de habilidades y experiencia para ser planificadores efectivos a largo plazo y buscar y evaluar proveedores de asesoramiento financiero. En este contexto, la estrategia menos adaptativa para la toma de decisiones financieras por parte de las personas mayores es el pensamiento de evitación, que debilita las intenciones de adoptar la respuesta más eficaz.
El asesoramiento financiero a los 65+ es una contribución positiva a los factores de bienestar psicológico, como la sensación de seguridad, la tranquilidad y la sensación de control.
Las personas asesoradas y planificadas tienen menos pagos imprevistos, gestionan mejor sus ingresos y gastos, tienen más ahorros líquidos y de largo plazo, generalmente pagan menos impuestos, tienen menos deudas, mejor aseguramiento, tienen mayores ingresos de por vida y obtienen un mayor rendimiento de su patrimonio. El asesoramiento financiero es una contribución positiva a los factores de bienestar psicológico, como la sensación de seguridad, la tranquilidad y la sensación de control.