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Estamos viviendo una paradoja, una gran paradoja. Y no es buena. Incertidumbre en el largo plazo pero en medio de días repetidos. Desde hace más de dos meses, estamos viviendo el «día de la marmota».

Los efectos y evolución de la Covid19 en la generación de millones de infecciones y miles de muertes, el desconocimiento de la duración en términos de meses ¿años?, de sus efectos económicos en nuestras vidas, las pérdidas de empleo, nuestras o de personas cercanas a nosotros, los cierres de empresas, las caídas de sectores económicos, el confinamiento, la falta de relación social… La incertidumbre, la gran incertidumbre de largo plazo que estamos viviendo por todo ello nos desorienta, nos paraliza, nos genera importantes problemas emocionales, no sabemos qué va a ser de nosotros, de nuestros empleos, familias, de la sociedad como la conocemos. El efecto de esta incertidumbre a largo plazo es peor que una mala situación conocida. La situación conocida, aunque sea negativa, nos permite actuar, sentir control, poder generar acción, mirar el futuro de forma positiva. Podemos y sabemos llegar a él.

En el «día a día» vivimos «el día de la marmota». Cuando nos levantamos, cuando nos sentamos en nuestro puesto de trabajo en nuestra casa, porque estamos tele trabajando, cuando paramos a hacernos un café… es la «seseintaytantas» veces que lo hacemos, de forma recurrente en los últimos dos meses y pico. Pensamos ¿otra vez?, pero si hace un rato que los estaba haciendo, pero no era ayer o anteayer.

Para las personas es la peor de las situaciones, preferimos un futuro más o menos estable y conocido y un «día a día» con pequeñas sorpresas, nos manejamos mejor.

Parálisis y descontrol

Es bien conocido en la experimentación psicológica que la incertidumbre paraliza. Dos habituaciones y en cada una de ellas dos perros que reciben descargas eléctricas. Las descargas son fuertes, les producen mucho dolor. Con el perro A, las descargas se producen sin ningún tipo de aviso y en periodos de tiempo siempre irregulares. Con el perro B, las descargas vienen antecedidas por una señal luminosa y los periodos de tiempo son regulares. El número de descargas diario es el mismo para los dos perros. Claramente el perro A manifestó mayor ansiedad, pérdida de apetito, desorientación, comportamientos extraños compatibles con lo que podríamos entender como estrés y miedo.

¡Muévete!

¡Aprovechemos la oportunidad! Una gran incertidumbre nos puede permitir atrevernos a acometer, a emprender nuevos retos. Es el momento, es un momento para acometer los cambios, los proyectos los hábitos que no nos hemos atrevido perseguir hasta ahora. Si nos equivocamos, si no podemos, no pasa nada, el entorno es tan «horrible» que si fracasamos estaremos en la norma. Hagamos pilotos, versiones Beta. Ahora es el momento de acometer cambios, hacer deporte, hábitos que deseábamos tener, recuperar amistades (virtualmente), proponer relaciones profesionales (virtualmente), dar charlas a unas pocas personas (virtualmente)… Parece que muchas cosas van a ser virtuales.

La Covid19 nos ha movido finalmente a comenzar a ahorrar dinero, pero no está claro cuánto durará el nuevo hábito.

Puesto que este Blog va de Economía del Comportamiento ¿qué tal un nuevo hábito de ahorro para cuando vienen los días difíciles?. Ahora es un buen momento para planificar para lo peor. Parece que el consumidor no volverá a ser el mismo y por eso la recuperación se retrasará, podríamos pensar que pueda haber habrá un efecto de “demanda embalsada” o consumo retenido para impulsar el crecimiento tras el confinamiento pero los estudios sobre el comportamiento humano indican que el patrón de consumo cambia tras un shock tan negativo.

El mejor momento fue hace meses y el segundo mejor momento es hoy. Es cierto, estamos ahorrando. ¿Para qué es un fondo de emergencia? El pánico es malo, pero la reacción exagerada es buena. Es hora de pensar en su fondo de emergencia porque estamos en una situación de emergencia.

¿Continuará la tendencia de ahorro tras esta crisis de salud y económica? «Hay una cuestión de si esto conducirá a cambios de comportamiento en el futuro», dice Ariely. «Depende de cómo se mueva el efectivo. Si las personas realizan transferencias únicas, entonces probablemente no se convierta en un hábito. Si las personas realizan deducciones automáticas, será más probable que se mantengan». Pero, si somos cautelosos y recordamos lo que sucedió, estaremos preparados para el futuro de una mejor manera.

Volveremos a ser cómo éramos, para bien y para mal.

Hace unos años, en una conversación con un taxista -no es muy habitual que tenga conversaciones con taxistas-, no sé cómo se produjo esta parte me trasladó que había sobrevivido a un cáncer. Mirando la nuca de mi taxista, me sentía compungido y muy cerca de aquella persona por la trascendencia de lo que me acaba de contar, le confesé que apreciaba, sentía envidia, de la sabiduría que entendía que había adquirido. Ahora sabría disfrutar de los pequeños detalles, de las conversaciones sencillas con sus amigos, del tiempo sin nada que hacer necesariamente, del aquí y ahora. ¡Hey! Mi taxista me dijo que al principio era así, pero que siete años después, su vida, era la misma que antes.

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