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Una pequeña introducción a la Economía del Comportamiento. Dejadme que, para quienes estéis empezando a oír hablar de Economía del Comportamiento, os cuente algo de su reciente historia.

Como preámbulo os hago partícipes de una joya que encontré este verano en casa de mis padres, entre mis papeles de bachillerato y Universidad, ¡un artículo que guardé de Kahneman y Tverski en 1986!

Estas dos personas son las reconocidas en el mundo como precursoras de lo que ahora es la Economía del Comportamiento. A Kahneman, piscólogo, le dieron el premio Nobel de Economía en 2002 y Tverski, pobre, murió de cáncer en 1996.

La ciencia de tomar decisiones

Kahneman y Tverski, 1986

Kahneman y Tverski, dos psicólogos experimentales, junto con Richard Thaler, economista, que ha colaborado directamente con ellos, han desarrollado un grupo de grandes ideas que a continuación os presento.

Econ´s vs Human´s

Una forma fácil de observar nuestro comportamiento en la toma de decisiones es la diferencia entre:

  • ECON, comportamiento racional, lógico, empleamos el criterio de la utilidad, la lógica. Para ello utilizamos la voluntad el esfuerzo mental. Somos económicos. ¿Pero esto ocurre realmente así? ¿lo hacemos siempre? Es la teoría clásica de la Economía.
  • El HUMAN, no siempre es lógico, tiene intuiciones, reacciona con automatismos, las emociones le hacen decidir… Comete errores desde el punto de vista racional.
    • Lo bueno es que esos errores son consistentes, son sesgos, pueden ser estudiados, sistematizados. Por lo tanto pueden ser gestionados.
    • Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento de lo percibido y condiciona una comprensión precisa de la realidad. Es decir, las personas creamos nuestra propia realidad subjetiva a través de nuestra percepción y es esta realidad subjetiva la que en un gran número de ocasiones guía nuestro comportamiento. Por ello, en numerosas situaciones nuestras decisiones se alejan del comportamiento que predice la teoría convencional, el cual supone que utilizamos la información real disponible en nuestra toma de decisiones. Los sesgos cognitivos llevan a una distorsión, juicios inexactos e interpretaciones ilógicas, que se desvía de lo que se conoce generalmente como racionalidad.

Kahneman, Pensar rápido, pensar despacio 2013

 Kahneman nos dice que hay dos sistemas, dos formas de pensar y decidir

  • Sistema 1. Opera de forma rápida y automática, casi sin esfuerzo, casi sin control voluntario. Tiene destrezas innatas que compartimos con los animales, nacemos preparados para percibir el mundo que nos rodea, reconocer objetos, orientar la atención, evitar pérdidas. Nuestras actividades mentales se vuelve rápidas automáticas con la práctica.
    • Ejemplos: percibir lo que está lejos, orientarnos hacia la fuente de un sonido, detectar hostilidad en una voz, leer las palabras de las vallas publicitarias, conducir un coche por una carretera vacía, entender frases sencillas.
  • Sistema 2. Centra la atención en actividades mentales esforzadas, que lo demandan. Es la experiencia de actuar, elegir y concentrarse. Es el que creemos que nos define, el yo consciente, racional, con creencias, elige. Decide qué pensar y qué hacer. Requiere atención.
    • Ejemplos: escuchar la voz de una persona concreta en un recinto lleno de personas, buscar una mujer con el pelo blanco, buscar en la memoria un ruido, caminar más rápido de lo normal, observar un comportamiento adecuado en una situación social, contar las veces que aparece la letra a en una página de texto, aparcar en un espacio estrecho, comparar dos lavadoras para elegir la mejor, comprobar la validez un argumento lógico complejo, hacer la declaración de renta… La expresión preste atención es muy acertada, disponemos de un presupuesto de atención limitado que podemos asignar a ciertas actividades y se rebasamos nuestro presupuesto fracasamos.

Los dos sistemas de Daniel Khaneman

¿Cómo funcionan coordinados los dos sistemas de Khaneman?

  • Los sistemas uno y dos están siempre activos, el sistema uno actúa automáticamente y el sistema dos se haya normalmente en un confortable modo de mínimos.
  • El sistema uno hace continuamente sugerencias al sistema dos. Impresiones, intuiciones, sensaciones…
  • Si cuentan con la aprobación del sistema dos, se vuelven creencias y los impulsos se hacen voluntarios.
  • El sistema dos actúa cuando surge un problema para el sistema uno. El sistema dos se activa cuando asistimos a un acontecimiento que altera el mundo automático, hay una sorpresa y se activa y orienta nuestra atención. Miramos fijamente y buscamos en la memoria una historia que dé sentido a lo que pasa.
  • El sistema dos es capaz de controlar continuamente su comportamiento.
  • La división del trabajo entre los dos sistemas es suficiente para minimizar el esfuerzo y optimiza la ejecución.
  • Pero el sistema uno tienes errores sistemáticos en situaciones específicas, tiene sesgos, sabe poco de lógica y estadística.
  • Una limitación importante del sistema uno es que no puede ser desconectado.

Ley del “Mínimo esfuerzo”

En la coordinación del sistema uno por el sistema dos existe la ley del mínimo esfuerzo,  si hay varias formas de lograr el mismo objetivo, decidiremos finalmente por lo menos exigente. El esfuerzo es un coste y la habilidad viene determinada por que sepamos encontrar el equilibrio entre coste-beneficio.

  • La pereza está profundamente arraigada en nuestra naturaleza.
  • El autocontrol y el pensamiento deliberado hacen uso del mismo presupuesto limitado de esfuerzo.
  • El cambio frecuente de tareas, Multitasking, y el trabajo mental apresurado no son intrínsecamente placenteros y las personas evitamos hacerlos en lo posible.
  • El autocontrol requiere atención y esfuerzo. Controlar los pensamientos y las conductas es una de las tareas que ejecuta el sistema dos.
  • Hay muchas personas que son demasiado confiadas y dispuestas a confiar en exceso en sus intuiciones. Encuentran el esfuerzo cognoscitivo ligeramente desagradable y lo evitan todo lo que pueden.

Como conclusión los que evitan la pereza intelectual podríamos llamarlos diligentes. Están más alerta, su intelecto es más activo, están menos dispuestos a quedarse satisfechos con respuesta superficiales, son más escépticos con sus propias intuiciones, son más racionales.

La ley del mínimo esfuerzo versus la activación del pensamiento

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